Su equilibrada acidez ofrece al paladar un sabor limpio y seco. Este vino puede servirse como aperitivo muy placentero o puede acompañar una gran variedad de comidas livianas. Es perfecto con los mariscos al natural (mejillones, almejas), langostinos y camarones hervidos o a la plancha con salsas ligeras, pescado en escabeche, pescados fritos y algunos platos fríos de paladar ácido: cóctel de mariscos, áspic de langostinos, vitel tonné y salpicón de aves. Jamón cocido. Paella. Pastas con salsas lácteas, vongole, marinara, Alfredo. Mollejas, pollo, lechón, pamplonas de cerdo y de pollo a la parrilla. Tal como la uva de donde proviene, es tan versátil que puede agraciar la mesa más elegante o un picnic casual. Servir fresco pero, no helado, entre 8º y 10º C.